miércoles, 9 de mayo de 2012

Lirica Clasica

Lirica clásica latina
Virgilio
(Italia, cerca de Mantua: 70-19 a.c)
Virgilio es n vida y en alma un poeta lirico. Lo estudiamos aquí como digno de representante de la lirica romana, con dos obras estupendas:
   * Cantara el mundo del amor y los pastores en su obra  las bucólicas
   * Será el cantor de la roma campesina en su obra  las geórgicas
A. BUCOLICAS (EGLOGAS)
1. Nombre, temática y composición.
A ese conjunto de 10 idilios se le a el nombre de bucólicas, por tener como fondo de mundo campesino y pastoril. También se les suele llamar  églogas virgilianas, en cuyo caso se utiliza el término ‘’ égloga’’ con un sentido ‘’extracto’’ o ’’pequeña obra selecta’’.
En un conjunto puede afirmarse que el  tema  de las églogas son los amores pastoriles y el mundo que los encuadra. De todos modos no puede afirmarse en forma exclusiva, ya que hay églogas con otro tema (como la cuarta) y , aun en las que tratan de amores, se intercambian asuntos variados.
Virgilio invirtió alrededor de tres años en su composición. Alguien afirma que esta obra se escribe a petición de su amigo  polion. Es un dato insuficientemente probado.
2. la originalidad de sus églogas.
Admita la presencia del modelo griego, hay que dejar bien subrayado que Virgilio es  original:
   * Suya es la creación del paisaje, pues el paisaje de las églogas no se ha podido localizar gráficamente. Es fruto de creación.
   * Suya es la idealización de las personas, que anuncian ya el género pastoril totalmente fingido del renacimiento europeo y del siglo XVIII francés.
   * Suya es la introducción de sentimientos propios en el contenido o fondo de un poema narrativo

         3.  integración de dos mundos.
Ciertamente las Eglogas de Virgilio fueron escritas en el retiro de su finca de Nápoles. Pero no es menos cierto que Virgilio es un poeta culto y, al retirarse a escribir esa obra, e recuerdo del ruido de la corte lo siguió. De ahí esa dualidad que se aprecia en las églolas:
   * Convencionalismo: el artificio, el ingenio… no son sino la proyección de su condición culta y la reminiscencia de la vida imaginaria de la lejana Roma.
   * Sinceridad: el cariño hacia la naturaleza que se que se adivina por debajo de ese mundo artificial, es la proyección de su condición campesina y pertenece a la vida real; la que vivió en su niñez y la que hubiera querido vivir siempre por gusto propio.
B. GEORGICAS.
Virgilio, en las Bucólicas, adquiere fama y precio. Sus poemas valen; pero no se escriben en plena madurez. Su obra lirica de madurez poética es un poema de unos 2.000 versos hexámetros: las Geórgicas.
Es una verdadera epopeya lírica de las cosas sencillas. No hay versos donde un detalle no nos deje sorprendidos. Es la obra maestra de Virgilio.
1. Nombre y temática.
El nombre con que se designa el poema ha sido tomado del griego y significa “lo relativo al cultivo de la tierra”.
En el mismo nombre se apunta ya el tema. Pero en el libro IV de la obra dice el mismo Virgilio; “diré los espectáculos de las cosas pequeñas”.
2. finalidad que se propone
Es una obra de encargo y responde a una finalidad concreta en los que la encargan. Eso no quita que el que la compone ponga sus fines individuales y de tono privado.
Se da por descontado que recibe el encargo de su amigo Mecenas. Es muy probable que, a su vez, Mecenas recoja un deseo expreso del Cesar. La finalidad de uno y otro precisa: despertar en el pueblo, y sobre todo en los veteranos, el cariño al campo. Roma era ancestralmente campesina y del campo había sacado su grandeza. Era hora de sustituir las armas por arados. Los veteranos habían recibido haciendas a su regreso y era necesario crearles en el alma el amor por el campo. Nadie mejor que Virgilio para esta labor de canto a la política agraria de Augusto. Siente los campos, los ama. Odia las guerras…
   * Complacer a sus dos grandes amigos: Augusto y Mecenas
   * Conseguir fama con la creación de una obra perfecta y de trascendencia después de haber escrito las Bucólicas que le han abierto las puertas en forma brillante.
   * Rendir un homenaje de calidad a la vida campesina tan querida por él.
3. Valoración
Calidad superior a las Bucólicas. En tanto que en las églogas se describe un mundo ficticio e irreal donde no ha lugar para el trabajo y el sudor, en las Geórgicas hay un mundo autentico y real para el esfuerzo y la satisfacción humana. Quizás la razón de esto hay que buscarla en que las Bucólicas son obras de juventud en tanto que las Geórgicas son obras de madurez y reflexión.
En las bucólicas se ve muy marcado el lazo que le liga a lo griego del periodo alejandrino. En las geórgicas late un mundo netamente y románico, por más que imite a autores griegos del periodo arcaico. Hasta se puede afirmar quelas geórgicas son el poema de la Italia campesina.
4. el paisaje.
A diferencia de sus modelos, Virgilio trata el paisaje de un modo muy distinto. El no contempla el paisaje; él lo siente; no lo fotografía; él lo elabora. Y aun es decir poco. Quizás sea mejor decir que lo humaniza. Para Virgilio no hay cosas “inanimadas”, porque a lo inanimado él le infunde alma y. una vez animado, no debe extrañar que las cosas humildes de la tierra nos hablen y nos transmitan sentimientos.
5. las digresiones.
En los cuatro libros hay intercalados frecuentes episodios o digresiones. Pero no perjudican al poema; al contrario, sirven de adorno y responden perfectamente al genero didascálido, ya que de este modo hacen entretenida la lectura.
6. la adjetivación.
Una de las sorpresas más gratas de este libro es el uso admirable del adjetivo. Cada nombre, cada cosa, cada identidad… está calificado por un adjetivo, el más apropiado y sugerente.
En esos adjetivos descansa precisamente el contenido humano de muchos de los seres del mundo campesino. Aun las cosas mínimas tienen su adjetivo grande y con el se engrandecen. Semejantes adjetivos revelan la sensibilidad de Virgilio.

Garcilaso de la Vega
(Toledo, entre 1498 —quizá algunos años antes a partir de 1494— y 15031 2 – Le Muy, Condado de Niza, Ducado de Saboya, 14 de octubre de 1536) fue un poeta y militar español del Siglo de Oro, considerado uno de los escritores en español más grandes de la historia.
Garcilaso de la Vega nació en Toledo entre 1494 y 1503, posiblemente en 1498. Fue el tercer hijo de Garcilaso de la Vega (fallecido el 5 de septiembre de 1512), señor de Arcos y comendador mayor de León y de Sancha de Guzmán, señora de Batres y de Cuerva. Sus abuelos paternos fueron Pedro Suárez de Figueroa (hijo de Gómez I Suárez de Figueroa y Elvira Lasso de Mendoza, esta última hermana del primer Marqués de Santillana) y Blanca de Sotomayor (hija de Fernando de Sotomayor y Mencía Vázquez de Goes, a través de quien hereda el señorío de Arcos). Su madre, Sancha de Guzmán fue señora de Batres y de Cuerva, hija de Pedro de Guzmán, señor de Batres (hijo del cronísta Fernán Pérez de Guzmán) y de María de Rivera. Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero Juan Boscán. Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano Ausiàs March, que dejó alguna huella en su obra.
Garcilaso entró a servir en 1520 a Carlos I de España en calidad de miembro continuo de la guardia regia. Aprendió griego, latín, italiano, francés, música y esgrima. Tuvo un amorío con una dama comunera toledana, doña Guiomar Carrillo, de la cual tuvo un hijo que reconoció de forma póstuma, Lorenzo Suárez de Figueroa, nacido hacia 1521, según dice en su testamento: «Don Lorenzo, mi hijo, sea sustentado en alguna buena universidad y aprenda ciencias de Humanidad hasta que sepa bien en esta facultad; y después, si tuviere inclinación a ser clérigo, estudie Cánones, a y si no, dése a las Leyes; y siempre sea sustentado hasta que tenga alguna cosa de suyo». En los años siguientes, Garcilaso luchó en la Guerra de las Comunidades de Castilla y fue herido en la acción de Olías del Rey; también participó en el cerco a su ciudad natal (1522); a finales de ese mismo año se embarcó, en compañía de Juan Boscán y Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, futuro virrey de Nápoles, en una expedición de socorro que quiso (y no pudo) evitar la caída de Rodas en poder de los turcos; de nuevo resultó herido, esta vez de gravedad.
De vuelta a España fue nombrado caballero de la Orden de Santiago y en 1524 se enfrentó a los franceses en el cerco de Fuenterrabía. A su retorno a Toledo, contrajo matrimonio en 1525 con Elena de Zúñiga.
dama de doña Leonor, hermana de Carlos I; por ello Garcilaso entró a formar parte del séquito de ésta. Por entonces empezó a escribir sus primeros poemas según la estética de la lírica cancioneril, que pronto desecharía; además, ejerció un tiempo como regidor de su ciudad natal. El punto de inflexión en su lírica obedece a un día de 1526 en Granada, en los jardines del Generalife y cerca del palacio del emperador, como cuenta Juan Boscán:
Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere... Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este propósito y acabándome de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos en esto más fundadamente.
En ese mismo año de 1526, con motivo de las bodas de Carlos V con Isabel de Portugal, acompaña a la Corte en un viaje por varias ciudades españolas y se enamora platónicamente de una dama portuguesa de la reina, Isabel Freyre, que canta bajo el anagrama de Elisa en sus versos, que a ella son debidos. Dicha dama es también destinataria de los versos de su amigo, el poeta y diplomático portugués Francisco Sa de Miranda bajo el nombre de Celia. En 1528 dicta su testamento en Barcelona, donde reconoce la paternidad de su hijo ilegítimo y asigna una pequeña suma de dinero para su educación; poco después da una colección de sus obras a Boscán para que la revise, y seguidamente parte hacia Roma, en 1529. Asiste a la investidura como emperador de Carlos I de España, llevada a cabo en Bolonia en 1530, batiéndose con valentía en la campaña y toma de Florencia contra los franceses (1530). Después se le encarga una breve embajada en Francia. Pero como hizo de testigo en la boda de un sobrino suyo (1531) que era hijo de su hermano el comunero Pedro Lasso, el emperador se disgustó por la participación de Garcilasso en la ceremonia y mandó detenerlo. Se le apresa en Tolosa y se acuerda confinarlo en una isla del Danubio cerca de Ratisbona, descrita por el poeta en su Canción III. La intervención de Pedro de Toledo, ya virrey de Nápoles, en favor de Garcilasso, resultó crucial: aprovechando que en ese año los turcos empezaban a amenazar Viena, hizo ver al Emperador que se necesitaba a Garcilaso, de forma que fue movilizado en ayuda del Duque de Alba. El poeta abandona pues en 1532 el Danubio, donde ya prácticamente era huésped del conde György Cseszneky de Milvány, castellano de Győr, y se establece en Nápoles.
Se integró muy pronto en la vida intelectual de la ciudad, que entonces giraba en torno a la Academia Pontaniana, y trabó amistad con poetas como Bernardo Tasso o Luigi Tansillo, así como con teóricos de la literatura como Antonio Sebastiani Minturno y, en especial, Mario Galeota, poeta enamorado de una hostil napolitana, Violante Sanseverino, «la flor de Gnido», para quien escribe las liras de su quinta canción; también encuentra allí al escritor erasmista Juan de Valdés, quien parece aludir a él junto a otros caballeros en un pasaje de los últimos de su Diálogo de la lengua. En 1533 visita Barcelona y entrega a Juan Boscán una carta «A la muy manífica señora doña Gerónima Palova de Almogávar» que aparecerá, en 1534 y en calidad de prólogo, en su traducción española de El Cortesano de Baldassare Castiglione. Garcilaso de la Vega participó, en 1535, en la campaña africana de Carlos V y, singularmente, en Túnez, en el asedio de La Goleta; de nuevo cae gravemente herido. Estalla la tercera guerra de Francisco I contra Carlos V y la expedición contra Francia de 1536 a través de Provenza fue la última experiencia militar de Garcilaso. El poeta fue nombrado maestre de campo de un tercio de infantería y, en efecto, falleció en octubre de 1536 tras el temerario asalto a una fortaleza en Le Muy, cerca de Fréjus, en la que fue el primer hombre en subir la escala. Trasladado herido a Niza, murió en esta ciudad a los pocos días (13 ó 14 de octubre), asistido por su amigo Francisco de Borja, Duque de Gandía y futuro San Francisco de Borja. Al enterarse, el emperador mandó pasar a cuchillo a los franceses que resistieron en esa fortaleza.
Trayectoria poética
        La poesía de Garcilaso está dividida por su estancia en Nápoles (primero en 1522–1523 y luego en 1533). Antes de ir a Nápoles su poesía no está marcada por rasgos petrarquistas, es en Nápoles donde descubre a los autores italianos. Después de su estancia abundará en rasgos de la lírica italiana, influido tanto por autores anteriores como Francesco Petrarca, como por autores contemporáneos como Jacopo Sannazaro, autor en 1504 de La Arcadia. Garcilaso hará suyo el mundo de la Arcadia, en el que sonidos, colores... invitan a la reflexión acompañando a los sentimientos. También influye a Garcilaso Ludovico Ariosto, de quien toma el tema de la locura de amor.
        Es en Italia donde Garcilaso fortalece su clasicismo, ya aprendido con los humanistas castellanos en la Corte, y redescubre a Virgilio y sus Bucólicas, a Ovidio y sus Metamorfosis y a Horacio y sus Odas, sin olvidar otros autores griegos que también estudia.
        La obra poética de Garcilaso de la Vega, compuesta por cuarenta sonetos, cinco canciones, una oda en liras, dos elegías, unaepístola, tres églogas y siete coplas castellanas y tres odas latinas, se publicó por vez primera en 1543, a modo de apéndice de lasObras de Juan Boscán. La producción lírica de Garcilaso de la Vega, máxima expresión del Renacimiento castellano, se convirtió, desde muy pronto, en una referencia inexcusable para los poetas españoles, que desde entonces no pudieron ignorar la revoluciónmétrica y estética operada por él en la lírica española al introducir con Juan Boscán y don Diego Hurtado de Mendoza una serie deestrofas (terceto, soneto, lira, octava real, endecasílabos sueltos, canción en estancias), el verso endecasílabo y su ritmo tritónico, mucho más flexible que el rígido y monótono del dodecasílabo, y el repertorio de temas, estructuras y recursos estilísticos delpetrarquismo.
        El lenguaje de Garcilaso es claro y nítido, conforme a los ideales de su amigo Juan de Valdés: selección, precisión y naturalidad y palabra oral más que «escrita»; prefiere las palabras usuales y castizas a los cultismos extraños a la lengua, buscar el equilibrio clásico, la estilización del nobilitare renacentista de una lengua vulgar y la precisión ante todo. Como afirma en su Égloga tercera,
        Más a las veces son mejor oídos
        el puro ingenio y lengua casi muda,testigos limpios de ánimo inocente, que la curiosidad del elocuente.
        Esto es, es preferible evitar la retórica pomposa y la expresión forzada y culta para que la poesía pueda aparecer como sincera, genuina y espontánea; el objetivo de la poesía es ser oído, es la comunicación de los sentimientos, no el cortesano despertar de admiración. Garcilaso, pues, prefiere el tono íntimo, personal y confidencial en la poesía a la retórica y pompa de tonos más marciales o a la culta exhibición cortesana del ingenio, con lo que pone la primera piedra de una corriente lírica hispánica que todavía latirá en la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer.
        El estilo de Garcilaso es muy característico: cuida especialmente la musicalidad del verso mediante el uso de la aliteración y un ritmo en torno a los tres ejes principales del endecasílabo. Utiliza asiduamente el epíteto con la intención de crear un mundo idealizado donde los objetos resultan arquetípicos y estilizados al modo del platonismo. Por otra parte, es muy hábil en la descripción de lo fugitivo y huidizo; su poesía produce una vívida sensación de tiempo y se impregna de melancolía por el transcurso de la vida, lo que él llamó su «dolorido sentir»:
        No me podrán quitar el dolorido
        sentir, si ya primero
        no me quitan el sentido.
        El paisaje resulta arcádico, pero instalado rigurosamente en sus predios manchegos de Toledo, al margen del río Tajo. Aparecen los temas mitológicos como alternativa a los temas religiosos: Garcilaso no escribió ni un verso de tema religioso. La mitología suscitaba en él una gran emoción artística y se identificaba plenamente con algunos mitos como el de Apolo y Dafne. Como señala Margot Arce Blanco, una de sus principales estudiosas, sus temas preferidos son los sentimientos de ausencia, el conflicto entre razón y pasión, el paso del tiempo y el canto de una naturaleza idílica que sirve de contraste a los doloridos sentimientos del poeta. Cree en un trasmundo que no es el religioso cristiano, sino el pagano:
        Contigo, mano a mano
        busquemos otros prados y otros ríos,
        otros valles floridos y sombríos,
        donde descanse, y siempre pueda verte
        ante los ojos míos,
        sin miedo y sobresalto de perderte.
       
       
       
        La Lirica Del Barroco.
        1-.En el Barroco la lírica recogió las inquietudes que presidían la sociedad de la época. -La crítica de las costumbres. -El desengaño y la muerte. -La fugacidad de la vida. TEMAS:
        2-.En el estilo se produce los mayores cambios. Los poetas emprenden dos cambios o corrientes nuevas representadas por Luis de Góngora y Francisco de Quevedo: el culteranismo y el conceptismo. Ambos escritores, junto Lope de Vega, son los principales autores de la lírica barroca.
        3-.LUIS DE GONGORA Góngora es el máximo representante del culteranismo, corriente y que basa en una escritura culta y aristocrática amante de los latinismos la ruptura de la sintaxis mediante violentos hipérbatos, las imágenes complejas de gran plasticidad y las referencias mitológicas. En la obra de Góngora se distinguen dos tipos de poemas: los poemas cultos y los poemas tradicionales.
        4-.LOS POEMAS CULTOS La fábula de Polifemo y Galatea: Estas que me dictó rimas sonoras, cultas si, aunque bucólicas, Talía - ¡Oh excelso conde! - en los purpúreas ahora que es rosa la alba y rosider el día escucha al son de la zampoña mía, si ya los muros no te ven , de Huelva, peinar el viento , fatigar la selva . Luis de Góngora.
        LOS POEMAS CULTOS Las soledades: Purpúreas rosas sobre Galatea la alba entre lilios cándidos deshoja: duda el amor cual más su color sea, o púrpura nevada o nieve roja. Luis de Góngora.
        FRANCISCO DE QUEVEDO Quevedo es el máximo representante del conceptismo: la ironía, la parodia, el doble sentido, los juegos de palabra y la complejidad de las relaciones que establece en las imágenes son constantes en su poesía, su estilo revela un dominio magistral de la lengua que provocan efectos sorprendentes.
        FRANCISCO DE QUEVEDO La poesía de Quevedo es muy variada; en ella se aborda el amor, la sátira de las costumbres, la religión, los hechos del momento... Erase un hombre a una nariz pegado, erase una nariz superlativa, erase una nariz sayón y escriba, erase un peje espada muy barbado.
        Esta diapositiva ha sido realiza por: - Silvia García Millán - Fernando Gallardo Gallego De 3.B I.E.S LA LOMA (Villamartín) Cádiz
        Luis de Góngora.
             Este poeta, padre de toda una escuela que pasados los siglos, después de acerbamente criticada y rechazada, resurge en el extranjero, principalmente en Francia, con el nombre de simbolismo, nació en Córdoba, que a la vieja Roma ya había dado grandes poetas y filósofos, y a España un Juan de Mena, el 11 de junio de 1561.
       
             Joven aún, a los quince años, pasó a la universidad de Salamanca, entonces en el apogeo de su fama, a estudiar derecho. Pero le interesaba más el culto de las musas que el análisis del Fuero Juzgo y las Partidas y, según parece fue en las aulas en que todavía retumbaban los ecos de la autorizada voz del maestro de León, donde compuso gran parte de sus composiciones de arte menor: poesías amatorias, letrillas satíricas y romances, con lo que abandonó el estudio de una carrera que habría podido más tarde procurarle una situación elevada, como le correspondía por su nacimiento, pues era de distinguida familia.
             Sin embargo, no abandonó del todo sus estudios, pues que a los cuarenta y cinco años podía hacerse eclesiástico y obtener un beneficio en la catedral de Córdoba, después de lo cual, y gracias a la protección del duque de Lerma y del marqués de Siete Iglesias, fue nombrado capellán de honor del rey don Felipe el tercero.
       
             Entonces marchó a Madrid, donde esperaba medrar con su ingenio, mas ya su edad no estaba para intrigas y devaneos, y no supo sacar todo el partido que se podía del favor de que gozaba. Además, poco después sufrió de una cruel enfermedad de cabeza que le hizo perder completamente la memoria; y hubo de volverse a su patria: donde murió a poco, en 1627, el 24 del mes de mayo.
        Sin temor se puede asegurar que es Góngora el poeta de más definida personalidad que se halla en el parnaso castellano. Sus primeras composiciones, si bien acusan suma delicadeza y facultades nada vulgares, no dejan de ser ni más ni menos que las que otros ingenios habían ya dado a conocer, y están cortadas por el mismo patrón que tantas otras.
        Mas luego cambió de rumbo, abandonó el arte menor y se lanzó a las mayores «extravagancias», como se llamaba a su arte, porque rompía con todos los moldes y se abría nuevos caminos por terrenos inexplorados, absolutamente desconocidos.
          No es extraño que en aquella época tan impregnada de parnasianismo, no fuesen tales producciones comprendidas; pero es inadmisible que todavía hoy, en los institutos y universidades de España se siga presentando al revolucionario poeta como a una suerte de monstruosidad o aberración, cuando, conto decíamos al principio, las grandes escuelas poéticas extranjeras, y principalmente la francesa, practican hoy con gloria análogos principios.
         Que la poesía de Góngora no es para el vulgo, sino que es plato delicado y difícil de gustar, cosa es de que no cabe duda; pero de esto a lo que de él se dice y lo que con él se hace, hay muchísima diferencia.
         Se es injusto, rematadamente injusto con él, la principal injusticia que se comete es la de no publicar en las antologías sino algunas letrillas o romances suyos, los que probablemente datan de sus tiempos de estudiante, en vez de composiciones que le son más personales, más suyas. Nosotros, con el mayor eclecticismo, publicaremos varias de cada época.
         Ahora bien: téngase entendido que Góngora y gongorismo no son sinónimos: el gongorismo es un vicio, y echarle a él la culpa de lo ocurrido después de él, equivaldría a achacar a Jesús las crueldades de Torquemada y Calvino, porque en su nombre obraban ambos, o el culpar a Dumas padre de esa literatura (?) barata y folletinesca de que las librerías francesas y belgas infestan el mundo entero.
         Por otra parte, otro innovador, cuya gloria ni en vida suya fue discutida, a pesar de sus desgracias y miserias: el gran Verlaine, que sin duda alguna es el primer poeta francés del siglo XIX, tenía por Góngora una profunda admiración; se puso a estudiar con ahínco el castellano para poder traducirle, pues no conocía nuestra lengua lo bastante para ello, y a una de las composiciones de sus Poemas Saturniens puso como lema este verso de don Luis Argote y Góngora:
        A combates de amor, campo de plumas.
       
        Francisco de Quevedo.
        (Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los padres de Francisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte, por lo que desde su infancia estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa su rivalidad con Góngora.
        Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte, autor hasta entonces nunca vertido al español.
        En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como secretario de Estado, y participó como agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las repúblicas italianas. De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Acusado, parece que falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia, sufrió una circunstancial caída en desgracia, a la par, y como consecuencia, de la caída del duque de Osuna (1620); detenido fue condenado a la pena de destierro en su posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real).
        Sin embargo, pronto recobró la confianza real, con la ascensión al poder del conde-duque de Olivares, quien se convirtió en su protector y le distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello, Quevedo volvió a poner en peligro su estatus político al mantener su oposición a la elección de santa Teresa como patrona de España en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-duque de Olivares de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo destierro, esta vez en el convento de San Marcos de León.
        Pero no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política, con vistas a la cual se casó, en 1634, con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del agrado de la esposa de Olivares y de quien se separó poco tiempo después. Problemas de corrupción en el entorno del conde-duque provocaron que éste empezara a desconfiar de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el convento de San Marcos, donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en libertad, ya con la salud muy quebrantada, se retiró definitivamente a Torre de Juan Abad.
        La obra de Francisco de Quevedo
        Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al tiempo y la muerte, puntos centrales de su reflexión poética y bajo la sombra de los cuales pensó el amor.
        A la profundidad de las reflexiones y la complejidad conceptual de sus imágenes, se une una expresión directa, a menudo coloquial, que imprime una gran modernidad a la obra. Adoptó una convencida y agresiva postura de rechazo del gongorismo, que le llevó a publicar agrios escritos en que satirizaba a su rival, como la Aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631). Su obra poética, publicada póstumamente en dos volúmenes, tuvo un gran éxito ya en vida del autor, especialmente sus letrillas y romances, divulgados entre el pueblo por los juglares y que supuso su inclusión, como poeta anónimo, en la Segunda parte del Romancero general (1605).
        En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa, y le reportó importantes éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral, como La cuna y la sepultura (1634), una de sus mejores obras, tratado moral de fuerte influencia estoica, a imitación de Séneca. Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablo, obra ingeniosa y de un humor corrosivo, impecable en el aspecto estilístico, escrita durante su juventud y desde entonces publicada clandestinamente hasta su edición definitiva.
        Más que su originalidad como pensador, destaca su total dominio y virtuosismo en el uso de la lengua castellana, en todos sus registros, campo en el que sería difícil encontrarle un competidor.
        (Juana Inés de Abaje y Ramírez; San Miguel de Nepantla, actual México, 1651 - Ciudad de México, id., 1695) Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.
        Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.
        Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés, cuya obra introdujo en el virreinato, y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad.
        En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro, en los que se aprecia la influencia de Góngora y Calderón, hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.
        Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la carta Respuesta a sor Filotea de la Cruz, seudónimo de Manuel Fernández de la Cruz, obispo de Puebla. En 1690, éste había hecho publicar la Carta atenagórica, en la que sor Juana hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués Antonio Vieira sobre las «finezas de Cristo», acompañada de una «Carta de sor Filotea de la Cruz», en la que, aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
        A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso», la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.
        Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.
        Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálidas de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689), Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700).
        Sor Juana Inés de la Cruz
        Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y del conceptismo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.
        En la poesía de sor Juana hay numerosas y elocuentes composiciones profanas (redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba..." y "Detente, sombra de mi bien esquivo...". También abunda en ella la temática mística, en la que una fervorosa espiritualidad se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.
        Mención aparte merece Primero sueño, poema de casi mil versos escritos a la manera gongorina en el que sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento humano que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El trabajo poético de la monja se completa con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.
        En el terreno de la dramaturgia escribió dieciocho loas, dos sainetes (la comedia de capa y espada Los empeños de una casa y el juguete mitológico-galante Amor es más laberinto), un sarao o fin de fiesta, así como tres autos sacramentales: El divino Narciso, San Hermenigildo y El cetro de San José. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos trabajos, la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.
        La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le hiciera firmando con ese seudónimo el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.
        Lirica Modernista.
        El Modernismo es un movimiento literario de finales del siglo XIX y principios del XX que nace en España, aunque muy pronto será adoptado en Hispanoamérica, y que se caracteriza por:
        Rechazo de la realidad cotidiana. Ante éste, el escritor tiene dos posibilidades: huida en el tiempo (con lo que canta a épocas pasadas que considera más esplendorosas que la actual) o huida en el espacio (los poemas se desarrollan en lugares exóticos.)
        Búsqueda de la perfección formal (de inspiración parnasiana.
        Búsqueda de la belleza, que -según los modernistas- se consigue a través de imágenes muy plásticas, el color, la musicalidad de los versos y los efectos sonoros (influencias del simbolismo.
        Muestran tanto una fidelidad a las grandes estrofas clásicas como el gusto por ensayar variaciones sobre estos moldes métricos.
        La gran riqueza léxica que usaron no persigue tanto precisión, sino el prestigio, la sonoridad o la rareza del vocablo.
        Rubén Darío.
        Metapa, 1867 - León, 1916) Seudónimo del gran poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, iniciador y máximo representante del Modernismo hispanoamericano. Su familia era conocida por el apellido de un abuelo, "la familia de los Darío", y el joven poeta, en busca de eufonía, adoptó la fórmula "Rubén Darío" como nombre literario de batalla.
        Con una dichosa facilidad para el ritmo y la rima creció Rubén Darío en medio de turbulentas desavenencias familiares, tutelado por solícitos parientes y dibujando con palabras en su fuero interno sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. Pero ya en su época toda esa parafernalia de prestigiosos tópicos románticos comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan en una panoplia de terciopelo ajado. Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano, pero también a poblar el mundo literario de nuevas fantasías, de ilusorios cisnes, de inevitables celajes, de canguros y tigres de bengala conviviendo en el mismo paisaje imposible.
        Casi por azar nació Rubén en una pequeña ciudad nicaragüense llamada Metapa, pero al mes de su alumbramiento pasó a residir a León, donde su madre, Rosa Sarmiento, y su padre, Manuel García, habían fundado un matrimonio teóricamente de conveniencias pero próspero sólo en disgustos. Para hacer más llevadera la mutua incomprensión, el incansable Manuel se entregaba inmoderadamente a las farras y ahogaba sus penas en los lupanares, mientras la pobre Rosa huía de vez en cuando de su cónyuge para refugiarse en casa de alguno de sus parientes. No tardaría ésta en dar a luz una segunda hija, Cándida Rosa, que se malogró enseguida, ni en enamorarse de un tal Juan Benito Soriano, con el que se fue a vivir arrastrando a su primogénito a "una casa primitiva, pobre y sin ladrillos, en pleno campo", situada en la localidad hondureña de San Marcos de Colón.
        No obstante, el pequeño Rubén volvió pronto a León y pasó a residir con los tíos de su madre, Bernarda Sarmiento y su marido, el coronel Félix Ramírez, los cuales habían perdido recientemente una niña y lo acogieron como sus verdaderos padres. Muy de tarde en tarde vio Rubén a Rosa Sarmiento, a quien desconocía, y poco más o menos a Manuel, por quien siempre sintió desapego, hasta el punto de que el incipiente poeta firmaba sus primeros trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez.
        Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Victor Hugo fue su vocación de eterno enamorado. Según propia confesión en la Autobiografía, una maestra de las primeras letras le impuso un severo castigo cuando lo sorprendió "en compañía de una precoz chicuela, iniciando indoctos e imposibles Dafnis y Cloe, y según el verso de Góngora, las bellaquerías detrás de la puerta".
        Antes de cumplir quince años, cuando los designios de su corazón se orientaron irresistiblemente hacia la esbelta muchacha de ojos verdes llamada Rosario Emelina Murillo, en el catálogo de sus pasiones había anotado a una "lejana prima, rubia, bastante bella", tal vez Isabel Swan, y a la trapecista Hortensia Buislay. Ninguna de ellas, sin embargo, le procuraría tantos quebraderos de cabeza como Rosario; y como manifestara enseguida a la musa de su mediocre novela sentimental Emelina sus deseos de contraer inmediato matrimonio, sus amigos y parientes conspiraron para que abandonara la ciudad y terminara de crecer sin incurrir en irreflexivas precipitaciones.
        En agosto de 1882 se encontraba en El Salvador, y allí fue recibido por el presidente Zaldívar, sobre el cual anota halagado en su Autobiografía: "El presidente fue gentilísimo y me habló de mis versos y me ofreció su protección; mas cuando me preguntó qué es lo que yo deseaba, contesté con estas exactas e inolvidables palabras que hicieron sonreír al varón de poder: "Quiero tener una buena posición social"."
        En este elocuente episodio, Rubén expresa sin tapujos sus ambiciones burguesas, que aún vería más dolorosamente frustradas y por cuya causa habría de sufrir todavía más insidiosamente en su ulterior etapa chilena. En Chile conoció también al presidente suicida Balmaceda y trabó amistad con su hijo, Pedro Balmaceda Toro, así como con el aristocrático círculo de allegados de éste; sin embargo, para poder vestir decentemente, se alimentaba en secreto de "arenques y cerveza", y a sus opulentos contertulios no se les ocultaba su mísera condición. Publica en Chile, a partir de octubre de 1886, Abrojos, poemas que dan cuenta de su triste estado de poeta pobre e incomprendido, y ni siquiera un fugaz amor vivido con una tal Domitila consigue enjugar su dolor.
        Para un concurso literario convocado por el millonario Federico Varela escribe Otoñales, que obtiene un modestísimo octavo lugar entre los cuarenta y siete originales presentados, y Canto épico a las glorias de Chile, por el que se le otorga el primer premio, compartido con Pedro Nolasco Préndez, y que le reporta la módica suma de trescientos pesos.
        Pero es en 1888 cuando la auténtica valía de Rubén Darío se da a conocer con la publicación de Azul, libro encomiado desde España por él a la sazón prestigioso novelista Juan Valera, cuya importancia como puente entre las culturas española e hispanoamericana ha sido brillantemente estudiada por María Beneyto. Las cartas de Juan Valera sirvieron de prólogo a la nueva reedición ampliada de 1890, pero para entonces ya se había convertido en obsesiva la voluntad del poeta de escapar de aquellos estrechos ambientes intelectuales, donde no hallaba ni el suficiente reconocimiento como artista ni la anhelada prosperidad económica, para conocer por fin su legendario París.
        El 21 de junio de 1890 Rubén contrajo matrimonio con una mujer con la que compartía aficiones literarias, Rafaela Contreras, pero sólo al año siguiente, el 12 de enero, pudo completarse la ceremonia religiosa, interrumpida por una asonada militar. Más tarde, con motivo de la celebración del cuarto Centenario del Descubrimiento de América, vio cumplidos sus deseos de conocer el Viejo Mundo al ser enviado como embajador a España.
        El poeta desembarcó en La Coruña el 1 de agosto de 1892 precedido de una celebridad que le permitirá establecer inmediatas relaciones con las principales figuras de la política y la literatura españolas, pero, desdichadamente, su felicidad se ve ensombrecida por la súbita muerte de su esposa, acaecida el 23 de enero de 1893, lo que no hace sino avivar su tendencia, ya de siempre un tanto desaforada, a trasegar formidables dosis de alcohol.
        Precisamente en estado de embriaguez fue poco después obligado a casarse con aquella angélica muchacha que había sido objeto de su adoración adolescente, Rosario Emelina Murillo, quien le hizo víctima de uno de los más truculentos episodios de su vida. Al parecer, el hermano de Rosario, un hombre sin escrúpulos, pergeñó el avieso plan, sabedor de que la muchacha estaba embarazada. En complicidad con la joven, sorprendió a los amantes en honesto comercio amoroso, esgrimió una pistola, amenazó con matar a Rubén si no contraía inmediatamente matrimonio, saturó de whisky al cuitado, hizo llamar a un cura y fiscalizó la ceremonia religiosa el mismo día 8 de marzo de 1893.
        La Lirica Contemporánea.
        Lírica Contemporánea En los primeros años de posguerra hacen su aparición dos tendencias líricas contrapuestas: poesía arraigada, de tono clasicista e ideología conservadora, y la poesía desarraigada, en la que aparecen los autores que defienden una mayor libertad expresiva.
       
        En los años cincuenta, la visión crítica de los poetas desarraigados se acentúa con el auge de la poesía social, que utiliza el poema como un instrumento para transformar la realidad política.
       
        Contra esa utilización de la poesía reaccionaron los poetas de la generación de los cincuenta, que entienden el poema como un medio de conocimiento. Características:
       
        Actitud del lirico contemporáneo: a. El poeta lírico contemporáneo es ante todo un inconforme, un contestatario frente al pasado y, por si fuera poco, un subversivo.
       
        b.A ciencia y conciencia rompe con el pasado.
        c.Ha creado un nuevo modo de ser y estar en el mundo.
        d.Hay que buscar un arte que responda a esta novedad interna que vive el hombre.
        Revolución en los contenidos líricos:
        a.Hay que abandonar los viejos temas.
        b.Están gastados, carecen de sustancia y no responden al hombre nuevo.
        c.Varios movimientos vanguardistas dan al verso contenido socio-políticos: injusticia, subdesarrollo, manifestación.
        Revolución en las formas:
        a. la plástica en el poema: en algunos de los movimientos vanguardistas hay una marcada tendencia a hacer plásticas en la colocación de las palabras para formar el poema. Busca una especial llamada a la atención del lector.
        b. Rompimiento con la sintaxis y la ortografía: afanosos de novedad y expresarse sin lógica aparente, algunos poetas de vanguardia no se preocupan de respetar la sintaxis y hasta escriben sus poemas sin puntuación para que sea el lector quien dé sentido a la frase y le dé la curva de entonación de acuerdo con su poder de captación.
        c. Versolibrismo el verso es uno de los elementos formales que más sufre en el vanguardismo. La revolución en esto es profunda. Hasta se podría preguntar en muchas ocasiones si estamos frente al verso o frente a la prosa. A este tipo de verso libre y fenómeno se lo llama versolibrismo.
        Revolución técnica poética:
        Es la revolución más significativa. Hay que reconocer que en este sentido ya el mismo Modernismo tiene algo de lo que vamos a decir. Pero en el vanguardismo está más acentuado.
        Elemento conceptual:
        El contenido que expresa el diccionario.
        Es un elemento racional: común para el poeta y el lector o lectores.
        Elemento.Sensorial
        La percepción que experimenta el que escucha palabra.
        Elemento.Afectivo
        El sentimiento que despierta la percepción sensorial que ha tenido el que escucha.
        Pablo Neruda.
        (Seudónimo de Neftalí Ricardo Reyes Baso alto; Parral, Chile, 1904-Santiago de Chile, 1973) Poeta chileno. Comenzó muy pronto a escribir poesía, y en 1921 publicó La canción de la fiesta, su primer poema, con el seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Juan Neruda, nombre que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.
        Su madre murió sólo un mes más tarde de que naciera él, momento en que su padre, un empleado ferroviario, se instaló en Temuco, donde el joven Pablo Neruda cursó sus primeros estudios y conoció a Gabriela Mistral. Allí también comenzó a trabajar en un periódico, hasta que a los dieciséis años se trasladó a Santiago, donde publicó sus primeros poemas en la revista Claridad.
        Tras publicar algunos libros de poesía, en 1924 alcanzó fama internacional con Veinte poemas de amor y una canción desesperada, obra que, junto con Tentativa del hombre infinito, distingue la primera etapa de su producción poética, señalada por la transición del modernismo a formas vanguardistas influidas por el creacionismo de Vicente Huidobro.
        Los problemas económicos indujeron a Pablo Neruda a emprender, en 1926, la carrera consular que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur y, entre 1934 y 1938, en España, donde se relacionó con García Lorca, Aleixandre, Gerardo Diego y otros componentes de la llamada Generación del 27, y fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Desde su primer manifiesto tomó partido por una «poesía sin pureza» y próxima a la realidad inmediata, en consonancia con su toma de conciencia social.
        En tal sentido, Neruda apoyó a los republicanos al estallar la guerra civil y escribió España en el corazón. Progresivamente sus poemas experimentaron una transición hacia formas herméticas y un tono más sombrío al percibir el paso del tiempo, el caos y la muerte en la realidad cotidiana.
        De regreso en Chile, en 1939 Neruda ingresó en el Partido Comunista y su obra experimentó un giro hacia la militancia política que culminó con la exaltación de los mitos americanos de su Canto general. En 1945 fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura de Chile. Al mismo tiempo, desde su escaño de senador utilizó su oratoria para denunciar los abusos y las desigualdades del sistema. Tal actitud provocó la persecución gubernamental y su posterior exilio en Argentina.
        Fernando Paz Castillo.
        (Caracas, 1895-1981) Poeta venezolano. Ingresó en 1910 en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Caracas. En 1912 fue miembro fundador del Círculo de Bellas Artes. Tras ejercer la docencia en diversos centros, inició una carrera diplomática que le llevó a residir en diversas ciudades de Europa y América. De regreso a su país, ya convertido en un escritor de reconocido prestigio, ingresó en la Academia Venezolana de la Lengua (1965) y fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura (1967).

        En 1931 publicó su primer libro de versos, La voz de los cuatro vientos, caracterizado por un tono coloquial. Le siguió, seis años después, Signo (1937). Tras su estancia en España publicó Entre sombras y luces (1945), donde dejó el reflejo de una España "trágica, enlutada, / en plegarias y odios". En esta última obra aparece una de las cimas poéticas, la composición "Cuando mi hora sea llegada". En 1969 apareció una Antología poética (1969) de su obra prologada por Eugenio Montejo. En 1971 publicó su último poemario, El otro lado del tiempo, obra en la que apareció inserto el célebre poema "El muro".
        Vicente Gerbasi.
        (Canoabo, 1913 - 1992) Poeta venezolano, principal representante del grupo viernes y uno de los líricos contemporáneos más importantes de su país. Nació en Canoabo, un pueblo de agricultores situado en uno de los paisajes más propicios al encantamiento y el misterio, en medio de las selvas nubladas de la región septentrional del estado Carabobo. "Pueblo rodeado de montañas, de cacaotales, de cafetales, de camburales, donde viven las serpientes, donde viven leones y dantas, animales maravillosos", recordará después el poeta.
        Sus padres, Juan Bautista Gerbasi Vita y Ana María Federico Pifano, eran inmigrantes llegados hacía pocos años a Venezuela, oriundos ambos de Vibonati, una aldea vinatera en el piedemonte de los Apeninos, con vistas al golfo de Policastro y el mar Tirreno. Al cumplir diez años, Vicente Gerbasi se embarcó en Puerto Cabello rumbo a este otro paisaje ancestral. Pasó el primer año en Cámpora, donde fue al colegio, y después continuó sus estudios de Media Scuola y Liceo en Florencia. La muerte repentina del padre, en 1928, le obligó a regresar a Canoabo.
        Para Gerbasi, que se trasladó a Valencia, comenzó entonces un largo periplo por toda suerte de ocupaciones: oficinista en una agencia bancaria, traductor de cables de agencias noticiosas, secretario del sindicato de tranviarios, redactor del diario Ahora. En sus ratos libres viajaba a Caracas, donde comenzó a frecuentar la tertulia de los sábados en la casa del poeta Jacinto Fombona Pachano, a la que asistían también, entre otros, Fernando Paz Castillo, Enrique Planchart y Rodolfo Moleiro, y a las reuniones literarias en la casa de José Antonio Calcaño, en las que hacían acto de presencia músicos como Moisés Moleiro y pintores como Manuel Cabré.
        En 1938 la tertulia se convirtió en el grupo viernes, que supuso para él la gran zambullida en el mar de la poesía. "El grupo Viernes era, prácticamente, un seminario de poesía", apuntaría Gerbasi muchos años después. Hacía cinco años que Gerbasi vivía en Caracas. Había publicado su primer libro, Vigilia del náufrago (1937), y vivido durante seis meses en México, donde conoció a Nicolás Guillén y a Waldo Frank, se había iniciado en la política, con la fundación, junto a Rómulo Betancourt, del Partido Democrático Nacional. Y había conocido a su esposa, Consuelo Orta Bercht, inseparable compañera desde 1931 hasta su muerte en 1990.
        Desde ese año, la carrera de Gerbasi fue la de un ejemplar funcionario de la cultura y la diplomacia venezolanas. Secretario (1939-1946) y director (1971-1992) de la Revista Nacional de Cultura, fundada por Mariano Picón Salas; fundador de la revista Bitácora, con Mario Briceño Iragorry (1944); agregado cultural de la embajada de Venezuela en Bogotá (1946), donde frecuentó a Germán Arciniegas, Eduardo Carranza, Carlos Gaitán Durán, Fernando Charry Lara; cónsul en La Habana (1947); cónsul en Ginebra (1948), donde participó en la fundación del grupo Jeune Poésie Genevoise y conoció, en un viaje a París, a Octavio Paz; consejero cultural de la embajada de Venezuela en Chile (1958), donde conoció a Pablo Neruda; embajador en Haití (1959); embajador en Israel (1960-1964); embajador en Dinamarca y Noruega (1964-1968); y embajador en Polonia (1969-1971).
        Andrés Eloy Blanco.
        En la misma cuna de Sucre (Cumaná - Edo. Sucre), nace el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco. Sus padres fueron el doctor Luis Felipe Blanco y la señora Dolores Meaño de Blanco. Cuando el bardo contaba apenas con ocho años de edad, su familia es confinada en Margarita (1905) por desavenencias con el gobierno de Cipriano Castro, hasta 1909, ya en el mandato de Juan Vicente Gómez (1909-1935).
        Regresan a Cumaná y posteriormente se residencian en Caracas, ciudad donde Andrés Eloy cumple con su educación formal. Hacia 1913 se cuenta como uno de los integrantes del Círculo de Bellas Artes y en 1918 es galardonado con la "flor natural" en los juegos florales con "Canto a la Espiga y al Arado". También en este año publica "El huerto de la epopeya" (drama en verso) y es encarcelado en la Rotunda por participar en manifestaciones estudiantiles.
        Estudia derecho en la Universidad Central de Venezuela y según algunas fuentes se gradúa en 1919, de acuerdo a otras, en 1920. Dentro de sus primeros clientes se encuentra doña Pancha Vásquez, quien dueña de un gran hato en el cajón del Arauca, y sirve de inspiración para la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos.
        En 1921 es galardonado en un concurso literario del Zulia y edita "Tierras que me oyeron". En 1922 publica "Los Claveles de la puerta". En 1923 obtiene el Primer Premio en los Juegos Florales de Santander con su poema "Canto a España". Viaja a la península para recibir el premio, permaneciendo en Europa durante más de un año. Allí conoce los movimientos de vanguardia de la época. En 1924 es electo miembro de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. En ese mismo año viaja a La Habana, donde se reúne con exiliados gomecistas e intelectuales cubanos.
        Al regreso publica "El amor no fue a los toros". El 2 de febrero de 1927, muere su padre. En 1928, comienza a editar el periódico anti-gomecista "El Imparcial", que circula subrepticiamente y se vincula con las organizaciones clandestinas USCA (Unión Social Constructiva Americana) y FAR (Frente de Acción Revolucionaria).
        Después del golpe del 7 de abril de 1928 es hecho prisionero nuevamente en La Rotunda, trasladado más tarde al Castillo Libertador de Puerto Cabello y finalmente confinado en Timotos y luego en Valera.
        En 1932 se le permite regresar a Caracas por estar enfermo, pero prohibiéndole publicar en la prensa y hablar por radio. En 1934 aparece "Poda", que es el saldo de su producción entre 1923 y 1928. En 1935 publica "La aeroplano clueca", volumen de cuentos con un gran sabor humorístico que desembocará en el semanario "El Morrocoy Azul".
        Andrés Eloy Blanco desempeña sus primeros cargos públicos durante el gobierno del General Eleazar López Contreras (1936-1941), iniciándose en el Ministerio de Obras Públicas como jefe del Servicio de Gabinete.
        El 14 de febrero de 1936 se produce una manifestación congregada en la Plaza Bolívar de Caracas, la cual es ametrallada por órdenes del gobernador del Distrito Federal. Comienza la expulsión de dirigentes políticos, a los que se acusa de extremistas. La actitud de Andrés Eloy Blanco es de franca protesta. Es, además, uno de los miembros de la Organización Revolucionaria Venezolana (ORVE), mal vista por el gobierno. Se estudia en las esferas oficiales la conveniencia de alejar al poeta del país y lo designan Inspector de Consulados.Con este carácter viaja por Cuba, Estados Unidos y Canadá. Al exterior le van llegando noticias de otros sucesos políticos infaustos, uno de ellos, el asalto a la Universidad practicado por la Policía de Caracas. En la refriega pierde la vida el estudiante Eutemio Rivas (1937).
        Otro hecho desalentador es la anulación que hace el Jefe del Ejecutivo a varios diputados y senadores electos por la oposición. Blanco no espera más, renuncia a la Inspectoría de Consulados y retorna a su país.
        En 1937, funda, junto a otros, el PDN (Partido Democrático Nacional), es electo concejal y pasa al Congreso Nacional como diputado de oposición. En este mismo año publica "Barco de Piedra" (poemas), Abigaíl (teatro) y Malvina Recobrada (prosas poéticas). En 1938 publica "Baedeker 2000"(Poemas).
        Posteriormente se introduce de lleno en la política, siendo uno de los fundadores del partido Acción Democrática. Trabaja alrededor de la candidaturade Rómulo Gallegos (1941).
        En 1942 publica "Navegación de altura" (compilación de artículos políticos). En 1944 se casa con Liliana Iturbe. En 1946 viaja a México para pronunciar el discurso de orden en la inauguración de un monumento a Simón Bolívar. A finales de este año preside la Asamblea Nacional Constituyente, convocada para la reforma de la "Carta fundamental". En 1947 publica "Vargas, albacea de la angustia" (biografía). En 1948, el presidente Rómulo Gallegos lo designa Ministro de Relaciones Exteriores.